patrimonio, arte, identidad, arte, cultura, arte, desarrollo.

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viernes, 22 de julio de 2011

La Quinta Heeren


Un rincón mittleuropeo en Barrios Altos.

Es muy dificil que los turistas, y hasta los limeños, decidan de dar un paseo por las callejuelas de Barrios Altos, Centro de Lima. En realidad, es exactamente en este barrio que se encuentran algunas de las casonas más antiguas y hermosas de la ciudad, ya que el barrio fue construido entre el 1700 y 1800. Una de las obras arquitectónicas más conocidas y a la vez más olvidada, es la Quinta Heeren, ubicada en Jirón Junin 1201.

En 1874, el ingeniero alemán Oscar Heeren, después de navegar por años en los mares asiáticos, llegó a Lima con el título de Cónsul General del Perú en Tokio.
En este entonces, la vida ciudadana se desarrollaba en el centro de la ciudad, alrededor de la plaza de Armas. Barrios Altos era la periferia de la ciudad, y ahí se encontraban todavía vastas áreas verdes. Por esto, esta zona fue elegida por Heeren para construir un conjunto habitacional, tomando a inspiración el estilo arquitectónico de su patria. La quinta fue cerrada con rejas de hierro, las casas principales ubicadas alrededor de un parque, y las calles sembradas con árboles y plantas: el espacio perfecto para encontrar una serenidad más propia a la campiña, sin dejar la ciudad. En 1888 se inauguró así la “Quinta Heeren”. La estructura funcional, la cercanía con los palacios administrativos y al contempo la tranquilidad de la quinta, llamaron la atención a las embajadas de Japón, Bélgica, Alemania, Francia y Estados Unidos, que entre 1890 y 1930 se alojaron ahí.

Definitivamente la Quinta Heeren no gozó de buena suerte; un famoso empresario japonés se suicidó ahí en los primeros del ‘900, y empezaron a circular leyendas sobre almas penando. Un terremoto sacudió violentamente el centro de la ciudad, y la expansión de Lima continuó rápidamente. Los barrios ricos empezaron a ser otros, y las embajadas, los diplomáticos y las importantes personalidades que ahí vivían se mudaron en otros lugares. La quinta perdió así su rol de escenario en la vida poítica y cultural de la ciudad, y lentamente empezó a degradarse.

Al momento, solo las casas alrededor de la plaza principal quedan en condiciones decorosas, mientras que la mayoría de las casitas ubicadas en las calles laterales esperan el derrumbe o ya no existen.

Es raro hoy en día pasear por ahí; Entre sus edificios y callecitas, dispuestos alrededor del todavía hermoso jardín, se tiene la sensación de pasear por un rincón desconocido de Praga, o Vienna. Las estatuas de marmol, los jarrones y los techos abovedados de las casas, testigos del antiguo lujo, participan al espejismo.

En 1998 y en 2006, el World Monuments Fund agregó la Quinta Heeren a su Watch List, definiendola una “ciudad fantasma victoriana”. La UNESCO también consideró la quinta como “patrimonio a riesgo” y la municipalidad intentó varias veces promover su restauro y rehabilitación.

Definitvamente, su ubicación es desfavorecedora: Barrios Altos es considerado “zona roja”, y no muy a menudo conquista el interés de medios y gente común. Las varias bellezas arquitectónicas de Jirón Junín se encuentran así menospreciadas por la mala fama del barrio.

Las autoridades competentes tendrían que plantearse un proyecto no solo de restauro, sino también de revaluación del entero Barrio, o por lo menos del Jirón, que podría facilmente quedar al alcanze de los turistas y de quién a menudo pasea por el centro de la ciudad. La Quinta Heeren, joya austro-hungárica perdida en el centro de Lima, podría ser el perfecto punto de partida para la rehabilitación de Barrios Altos.

2 comentarios:

omar dijo...

Hola, bonita reseña, me gustaría visitar algún día la quinta heeren, por ahora solo en fotos, bye

Mariella dijo...

realmente se puede hacer un recorrido por barrios altos y poner en valor estos monumentos

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